sábado, 4 de septiembre de 2010

BIOGRAFÍA

Nació en Vigo. Después de finalizar el bachillerato superior empezó la carrera de filosofía y letras en la Universidad de Santiago de Compostela, ayudado con el dinero que le mandaban unos parientes cercanos, pues sus padres carecían de recursos.[2] Durante el primer curso de carrera, fue detenido, juzgado y expedientado por participar en unas manifestaciones estudiantiles en Santiago de Compostela en 1970.[2] De este proceso salió absuelto en el año 1972, aunque tardaron dos años en hacer el juicio. Estuvo un mes en la cárcel, en las comisarías de Vigo, Santiago de Compostela y La Coruña.[2] Debido a este proceso tuvo que dejar los estudios. Intentó trabajar en distintos sitios encontrando obstáculos debido a que en las fábricas exigían un certificado de buena conducta, que la policía se negaba a darle, a pesar de haber sido absuelto.[2] Tampoco podía tener pasaporte, ni carné de conducir. Por ello, tuvo que trabajabar de forma ocasional, en un comercio, de camarero, de vendedor de libros, etcétera.

Hizo el servicio militar en Colmenar Viejo (Madrid). Debido a su ficha policíal, fue vigilado constantemente por personal del SIM (Servicio de Información Militar) del cuartel. Es destinado a un cuartel de castigo en Hoyo de Manzanares.[3] Fue militante del partido PCE (m-l)[2] Se integró en el Partido Comunista de España (marxista-leninista) mientras cumplía su servicio militar en Madrid.

Al finalizar su servicio militar, volvió a Vigo. Empezó a trabajar de peón de fundición en Fumensa, una empresa de 150 obreros. Allí trabajó durante cinco meses. En 1974 participó en el lanzamiento de cócteles molotov contra una sucursal del Banco de Bilbao en Vigo en protesta por la ejecución de Salvador Puig Antich. El Día 1 de mayo de 1975 se celebró una manifestación en Vigo. En ella, un policía de paisano disparó "al aire" causándole la muerte a Manuel Montenegro, un empleado de Fenosa que se encontraba trabajando en el recinto de la empresa, desde donde estaba viendo la manifestación. Xosé Humberto no participó en ella pero, cuando se enteró de lo sucedido, él y otros compañeros recaudaron dinero para ponerle una corona de flores y una esquela en el "Faro de Vigo". Para publicarla, dieron su nombre y el DNI. Al día siguiente la policía empieza a buscar y a detener a los que participan en la colecta y, para evitar su detención, pues ya conocía los métodos usados para hacer confesar delitos no cometidos, primero decidió huir a Portugal, aunque finalmente se refugia en Madrid para continuar con la lucha política.[2]

Es detenido el 22 de julio de 1975, acusado de matar a un policía en Madrid. No se tuvo en cuenta un testimonio que declaró que no se parecía al autor del atentado y fue condenado a muerte.

Fuente más información WIKIPEDIA

viernes, 3 de septiembre de 2010

CARTA DE XOSÉ HUMBERTO BAENA DÍAS ANTES DE SER FUSILADO

Me llamo José Humberto Baena Alonso, tengo 24 años de edad, peón de fundición, y hago estas declaraciones desde la prisión de Carabanchel el día…de septiembre de 1975. Soy militante del Partido Comunista de España (marxista-leninista, que es miembro del FRAP.

Soy militante del PCE (m-l) porque me considero marxista-leninista, y creo que sólo el Partido y el Frente son las únicas organizaciones que podrán acabar con el fascismo. Una organización se conoce por sus hechos, aparte de su teoría, entonces, a la hora de escoger mi militancia en el Frente lo hice guiado por las acciones revolucionarias de masas que había constantemente y que yo me enteraba, aunque la prensa fascista las intentara ocultar y conocí a esta organización en mi ciudad Vigo, y durante mi período de servicio militar en Hoyo de Manzanares y Paradas.

Antes quiera explicar la situación social de Vigo y Galicia, las luchas en Vigo.

Galicia sigue siendo la zona de España con una renta más baja, con una pobreza enorme, que la mayoría de los gallegos se ven obligados a trabajar en unas condiciones de salarios miserables, de toxicidad en las fábricas. Nos vemos casi como en una esclavitud. Tan pronto haces la menor propuesta te despiden; esto no pasa sólo allá, en Galicia, sino también pasa aquí, pero allá más debido a que la escasez de trabajo es mayor que en otras ciudades. Estos problemas yo los conozco desde antes de empezar a estudiar. Hice estudios de Bachillerato superior y he empezado la carrera de filosofía, con dinero que me mandaban unos parientes cercanos pues mis padres no tienen dinero para pagarme eso. Pero durante el primer curso de filosofía, por participar en unas manifestaciones estudiantiles que había en Santiago en el año 70, fui detenido y juzgado por el TOP y expedientado. Las manifestaciones eran por motivos estudiantiles y por desacuerdo con el Rector de la Facultad de Filosofía y Letras, sobre todo en la manera de dirigir el centro que era de un carácter completamente fascista. Las peticiones eran de una mayor participación democrática, peticiones que aún se siguen haciendo. En este proceso salí absuelto, en el año 1972, porque tardaron dos años en hacer el juicio. Estuve un mes en la cárcel, estuve en las comisarías de Vigo y Santiago y en la cárcel provincial de La Coruña. En aquella época empecé a tener unas inquietudes políticas que eran sólo unas inquietudes democráticas y que luego empecé a politizarlas en contacto con la vida. No sólo con los contactos con los compañeros de la Universidad, sino con mi familia que es pobre, con mis vecinos que son obreros todos, en contacto con la realidad que vivía.

Debido a este proceso tuve que dejar los estudios y traté de trabajar en distintos sitios y siempre encontré obstáculos porque en cada fábrica exigían un certificado de buena conducta que la policía se negaba a darme, a pesar de haber sido absuelto. Tampoco por supuesto me daban pasaporte, ni carné de conducir ni nada.

Hice alguna solicitud para algunas empresas como Citroen, Construcciones de Obras Santo Domingo, corte Inglés, que fueron en principio aceptadas pero luego denegadas por falta del permiso de la policía. Entonces trabajaba en un comercio pequeño, en una cervecería de camarero, de vendedor de libros, o sea, trabajos eventuales, mal pagados y sin ninguna posibilidad de recibir ninguna ayuda social por mínima que fuera. Durante estos años vi la represión en Vigo, que es la ciudad que yo conocía, vi que mis mejores amigos eran detenidos por la policía por el simple hecho de pedir las mínimas libertades, por pedir aumento de sueldo en su empresa y empecé a radicalizarme un poco debido a eso. En el año 72, en febrero-marzo, en el Ferrol la policía asesinó a dos obreros de la Bazán y además hubo más de cincuenta heridos de bala, ya que los obreros fueron ametrallados desde lo alto de la torre de una iglesia. Entonces hubo huelgas en toda Galicia, varias semanas, que fueron las que en Vigo duraron 15 días. Hubo infinidad de despidos,, heridos, hubo palos y también tiros., Como la situación se iba agravando, en el mes de septiembre se llegó a una huelga general en Vigo que duró un mes. En este mes pararon todas las empresas importantes, infinidad de comercios, cerraron bares. Cines, los autobuses cuando funcionaban era con un policía armado al lado del conductor y protegerle, pero en realidad era para obligarle a trabajar.

En estas luchas tomé parte activa como la mayoría del pueblo de Vigo. En concreto me acuerdo que recibí una buena paliza en Arco de Quirós, en la Puerta del Sol en Vigo, por atender a una vieja que la estaba pegando la policía, me puse delante y la metí debajo de un…que está en la Plaza de la Princesa y entonces empezaron a pegarme a mi t también. Eché a correr y como la única salida de la plaza era por una calle muy estrecha del Arco de Quirós, pasé por encima de la gente que estaba caída, había mucha gente y allí me molieron a palos pero luego pude salvarme porque me metieron en una casa allí cerca unos vecinos que me llamaron desde un balcón.

En las huelgas de septiembre del 72 en Vigo trajeron consigo muchos despidos que todavía hoy se sigue luchando por conseguir su readmisión. Hace unos seis meses hubo unos paros en algunas empresas como en Vulcano, pidiendo la readmisión de los obreros que habían salido de la cárcel después de tres años y que alguno de ellos sigue estando aquí, en Carabanchel.

Esta huelga supuso el principio de las nuevas luchas populares en Vigo, que desde luego en la actualidad ya no pueden ser de una manera pacífica porque hemos visto que gritando libertad simplemente sin un apoyo, al gritar libertad no se consigue nada; se consiguen palos, se consigue que nos detengan durante años, que amenacen a nuestras familias y nada más. Entonces creo que hay que adoptar una postura activa y no pasiva contra la violencia fascista.

Durante este tiempo me mandaron a hacer la mili a Colmenar Viejo, con ficha de la policía, o sea, estuve vigilado constantemente por los elementos del SIM (Servicio de Información Militar) del cuartel y me destinaron al peor cuartel de toda la región militar que es el de Hoyo de Manzanares.

Es un cuartel en el que nos llovía dentro y teníamos que cambiar las literas de sitio, que teníamos que afeitarnos los unos a los otros por falta de espejos y lavarnos en un grifo en la calle, aunque unos meses antes tenían que ir a lavarse a un riachuelo a bastante distancia o lavarse con gaseosa.

A este cuartel solían enviar a personas con antecedentes políticos y delincuentes comunes. Como detalles, por ejemplo, puedo decir que los giros telegráficos que normalmente llegan en cuestión de horas allí llegan en meses. A mi me llegó uno en mes y medio y no lo pude cobrar yo mismo sino mis padres que lo reclamaron en Vigo, y no era mi caso sino el de todos, porque todos protestaban por lo mismo.

En este tiempo tuve actividad política hasta cierto punto, si la política es denunciar las injusticias. Además en Hoyo de Manzanares, como dije antes, todos los que estaban allí presentes eran personas que no los querían en otro cuartel por miedo a que nuestra manera de pensar se introdujera entre los otros compañeros.

Después nos llevaron al cuartel de Toledo, era un cuartel que antes estaba la Escuela de Infantería, lo tuvimos que hacer de nuevo para nosotros porque sólo había las paredes. Teníamos que dormir en unas cuadras de caballos, que estaban llenas de mierda. Durante algún tiempo nos hacían abrir zanjas por la mañana que teníamos que cerrar o taparlas por la noche, después de que los cabos primeros que estaban haciendo el curso de sargentos hubieran hecho sus batallitas allí en las zanjas. Se dice que en este cuartel, las paredes, el exterior, fueron construidas después de la guerra española por los presos políticos y todavía hay huellas de ello.

Durante todo este tiempo estuvimos vigilados por el SIM y en alguna ocasión hubo un intento de protesta al poco tiempo de haber llegado allí. Nos negamos a cenar después de una tarde de estar haciendo ejercicios por todo el cuartel, entonces nos hicieron cenar a punta de metralleta por una protesta colectiva y poco antes de acabar la mili a unos compañeros de mi compañía les hicieron un Consejo de Guerra por haberse negado a cavar zanjas.

Cuanto terminé la mili seguí con dificultades para encontrar trabajo y de una empresa en que lo encontré fui despedido por solicitar una paga extraordinaria en el mes de diciembre que según la ley nos correspondía-Reclamé a la Magistratura de Trabajo, y como siempre, la Magistratura dijo que la readmisión o el despido con indemnización. La empresa decidió despedirme y recibí 22.000 Pts . de indemnización. Después, por fin. Conseguí trabajar en Simuelza, una empresa de 150 obreros, trabajando de peón de fundición con condiciones infrahumanas de toxicidad, accidentes constantes, con 8 horas de trabajo de 7 a 15,era raro el día en el que no había accidentes en una plantilla tan pequeña, quemaduras, golpes…como trabajábamos con hierro fundido los accidentes eran constantes y yo todavía tengo señales en el cuerpo, tengo una cicatriz hecha con una máquina. Accidentes graves también ocurrían, los últimos días de estar yo allí, un compañero de Vigo se quemó toda la pierna al caerle encima un caldero de hierro fundido, y a un mecánico madrileño, de unos 40 años, le trituró también la pierna un molde de tierra al poner en funcionamiento una grúa.

Aquí estuve trabajando cinco meses y tuve que marcharme. Cuando llegó el 1º de Mayo de este año yo estaba trabajando en este empresa de peón. En Vigo hubo, lógicamente unas manifestaciones del Frente. En una de ellas la Guardia Civil mata a un obrero, Manuel Mon tanero Simón, un obrero de FENOSA que estaba de guardia en la fábrica aquel día y que salió a la calle a unirse a la manifestación. En este momento fueron detenidas dos mujeres del otro lado de la acera, detuvieron a varia gente del FRAP, sobre todo de un Instituto Nacional, y a gentes obreras de los barrios cercanos.

La noche del 3 de mayo no fui a dormir a mi casa pues la policía se presentó a las siete de la mañana y se quedaron para esperarme. Cuando fui a casa los vecinos me avisaron de que estaba la policía y como es una zona muy clara y aislada porque no hay muchas casas, me ayudaron a salir de allí llevándome en coche hasta Vigo. Tuve que escapar con unos compañeros hasta Madrid. Pese a que tenía intención de cruzar la frontera de Portugal, decidimos continuar la lucha contra el fascismo e irnos a Madrid donde nos unimos a los del Frente de allí.

Posteriormente, el 22 de julio, fui detenido de una manera violenta con la pistola en la sien, luego me llevaron a la Dirección General de Seguridad, y después de pasar más de 72 horas que dicen que son las reglamentarias, me trasladaron a la cárcel de Carabanchel, donde estuvimos 36 días sin salir de las celdas de castigo, excepto para hablar con nuestros abogados. A partir del 15, no sé exactamente el día, nos enteramos de que nos acusaban de la muerte de un policía, por la jurisdicción militar, y que las peticiones fiscales eran de pena de muerte de cinco compañeros. Tuvimos el juicio el 11 y 12 de ese mes, un juicio que fue una farsa desde el momento en que no admitieron ninguna prueba de la defensa, pruebas tan fundamentales como la solicitud de las huellas dactilares de un revolver que decían que había sido utilizado, o pruebas como las testificales, pues decían que habíamos sido vistos por otras personas y sin embargo no las llamaron a declarar.

Yo creo que lo ocurrido en nuestro juicio es normal para un Estado fascista, para un gobierno que ha asesinado tantas vidas de personas basado incluso en la muerte de un millón y que sigue oprimiendo, no puede hacer un juicio normal con militantes de una organización. Nuestro juicio fue una farsa total y por supuesto ya estábamos condenados antes del juicio. Además, a algunos familiares nuestros, en concreto a mi familia, no la han dejado pasar.

Las penas que no has impuesto son debidas a que las luchas populares cada vez son mayores y la oligarquía sólo puede reaccionar de una forma dura. No se puede esperar que el fascismo tenga mano blanda con nosotros, por supuesto es una venganza que toman contra los primeros militantes del Frente que han encontrado.

Creo que para que el pueblo llegue a una democracia sólo es viable en una República Popular y federativa. Para conseguir eso, sólo lo podemos hacer de una manera violenta, ya que los que gobiernan, no van a dejar el poder por las buenas, durante cuarenta años han dado prueba de ello. Sería absurdo que cuando nos apalean pusiésemos la otra mejilla para que nos sigan apaleando, que cuando nos despiden de las fábricas y nos echan a las cárceles, siguiésemos bendiciéndolos. Que si protestamos por cosas elementales, como el agua, como pasó en Carmona, nos peguen un tiro. Entonces llega el momento en que el pueblo se hace la pregunta y ve necesario contestar con sus propias armas, contestar a la violencia fascista con la violencia revolucionaria.

Respecto a nuestras condenas, no tenemos que olvidarnos del fascismo, no podemos esperar compasión de él, entonces creemos que sólo nos pueden salvar los antifascistas del mundo entero y esperamos, por supuesto, su solidaridad y apoyo.

Quiero decir, además, que como gallego que soy he luchado siempre por una República Popular y Federativa en la que el pueblo de Galicia esté en igualdad de liberación que el resto de los pueblos de España.

También quiero animar a todo el pueblo para que siga luchando sin cesar, y decir, por último, que pese a los palos de la policía, el FRAP ya no podrá desaparecer ,porque está enraizado en las masas. Porque el FRAP es el Frente del pueblo.

¡ Viva el FRAP! ¡Viva el PCE (m-l)!

Fuente Comisión pola Recuperación da Memoria Histórica da Coruña

jueves, 2 de septiembre de 2010

EL RELOJ: RELATO DE XOSÉ HUMBERTO.



Relato escrito por Xosé Humberto Baena Alonso en la cárcel de Carabanchel, Septiembre de 1975…
Tengo un reloj. Es una de las pocas cosas que tengo. No me tengo a mí mismo, no soy mi dueño. Y dicen que las cosas de los siervos no son suyas, sino de los amos. ¡Todo es de los amos! Los amos son como cuentan que es Dios: señores de todas las cosas. Y los siervos somos cosas… animadas.
Pero no voy a hablaros de un tema del que nos habla la vida todos los días. Voy a hablaros de «mi» reloj. Si me dejan, claro.
Mi reloj de pulsera es redondo y grande, de un modelo quizás un poco antiguo. Es de fabricación extranjera, como casi todo. Unos números sobre fondo azul rodean la esfera por el exterior y hacen de segundero. Los números interiores –de las horas– son clásicos, grandes y severos. Dos agujas cuadradas y una tercera larga y afilada. En el centro, sobre un fondo de luto descolorido, se pueden leer, poniendo un poco de buena voluntad, algunas palabras en inglés, como en todos los relojes. Y, por último, tiene un pequeño calendario en la parte derecha con dos doses. Veintidós. Un veintidós que deja asomar a un veintitrés tímido, lento, que pugna por salir si el tiempo no lo impide. O la mecánica. O la mano brusca del hombre.
Pero os preguntaréis por qué os hablo de mi reloj. ¡Si es como todos! No es de oro, como los de los ricos, y ni siquiera tiene muchos rubíes. Pero para mí tiene mucho valor.
Hay más motivos para que vosotros, los que no lo queréis, lo consideréis no sólo un aparato normal y vulgar, sino también para que le insultéis llamándole viejo e inútil. Mi reloj tiene la correa rota, inservible para la función que tenía que desempeñar. ¡Un viejo reloj de pulsera que ya no puede sujetarse a mi muñeca! En realidad, fue sustituido en mis muñecas por otro tipo de ataduras que no acarician como la correa, sino que se hunden en la carne, inexorables, queriendo alcanzar los huesos. ¡Las esposas!
Y, para colmo, mi reloj está parado. Sí, sí, está parado. Me llamaréis loco. ¿Para qué quiere este tío conservar un reloj en estas condiciones?, os preguntaréis.
Parado, las dos agujas grandes, cuadradas, están fijadas insensibles al paso del tiempo. Forman un ángulo obtuso, pero abierto. Parecen señalar algo. ¿O quizás acusar? De lo que sí estoy seguro es de que dicen muchas cosas.
Para mi reloj son siempre las diez y cuarto pasadas. Una de las agujas casi cubre el calendario. Ese calendario en el que permanece el número 22 quieto, invariable.
Mi reloj se obstina en marcar las diez y cuarto de la noche del día 22. Quiere callarse el mes, es su secreto. Pero él y yo sabemos que se refiere al mes de julio. Es terco como las piedras, como las cosas muertas. Pero al mismo tiempo es suave, es leve, se deja llevar y me acompaña como el mejor amigo. No en vano es regalo de mi compañera, que hoy ya no me puede regalar nada desde la cárcel de Yeserías, aparte de su amor.


Algo o alguien ha impedido que mi reloj siguiese con su monótona melodía –tic, tac, tic, tac–. Y sus agujas, que giraban como las aspas de un molino de viento, han sido «detenidas» en seco, enredadas en una telaraña acerada invisible. Ese algo o alguien no ha sido el tiempo, porque el tiempo sigue, corre, avanza implacable para el que espera. ¡Me dijeron que hoy es ya primero de septiembre! Tampoco ha tenido un fallo mecánico. El mecanismo de mi reloj no me hubiera privado voluntariamente de su musiquilla alegre y sempiterna, en estas circunstancias. ¡Ha sido la mano brusca del hombre la que me ha dejado sin un buen amigo!
En el anochecer del 22 de julio, mi reloj, que me acompañaba como siempre, fue arrojado conmigo sobre el duro asfalto de la calle Barceló y, también como yo, fue golpeado y pisoteado. Y mi reloj se paró.
¿Se habrá parado por el golpe? ¿Se habrá parado como protesta? Quizás algún día, cuando yo desaparezca y él salga a la calle y sea un poco más libre, comience a andar con su lentitud acostumbrada, ciñendo la muñeca de un nuevo compañero. Pero mientras, mi reloj está muerto. ¡Lo han matado!
Dicen que el corazón humano también es un reloj. Un gran reloj rojo.
Mi corazón –y el tuyo– media o se oprime según nuestro estado de ánimo. Mi corazón también suena como un viejo reloj. Hace tic-tac. A veces, me parecen golpecitos suaves; otras, fuertes e impotentes llamadas de auxilio, gritos inútiles de un náufrago desgarrando el silencio del océano. Con frecuencia, en la soledad de la celda, me detengo a escuchar su sonido. Cuando sucede esto, suelo reaccionar con energía y enfado pensando que su monótono ruido altera la paz de las cosas que me rodean. Entonces, con los dientes apretados, mentalmente, le pido a mi corazón que se calle, que me deje dormir de una vez como duerme el suelo que yo piso, como duerme el hierro que sirve de reja a mi ventana. Pero él no se calla, no me deja, como el perro fiel al que le pegas y, pese a todo, camina tras tus pasos protegiéndote.
septiembre_peq
Hoy es ocho de septiembre. Mi corazón, aunque quisiera acompañarme siempre, dejará de hacerlo cualquier día de este mes de septiembre, de este septiembre frío, ya casi otoñal. Sus rítmicos y acompasados latidos no turbarán el silencio tras su última explosión de dolor y dicha. Cuando llegue ese momento, mi corazón estará ensanchado, crecido por la satisfacción de haber contribuido a que todos los demás corazones canten su música sin molestarse los unos a los otros, con libertad.


Mi corazón, como mi reloj, se habrá parado de una manera violenta. Alguien lo ha parado. Ha sido la mano de un hombre negro, gemelo de Hitler y Mussolini; ha sido la misma mano que frenó en seco contra el asfalto las manecillas de mi viejo reloj de pulsera. Un hombre negro, un monstruo satánico y anacrónico que lo destroza todo, que rompe una tras otra las cuerdas de los relojes del pueblo. Un hombre inhumano al que llamarán fascismo.
Mi palabra,
el eco de mi voz que, tras la muerte,
arengará a los míos
¿se callará algún día?
Mi palabra,
justicia combativa, grita fuerte
al pueblo que el 36 vencido
¡tendrá para siempre vida!


Cárcel de Carabanchel, 7 de septiembre de 1975.
* Publicado en “27 de septiembre 1975. Cinco héroes del pueblo” ISBN: 978-84-934696-6-5

viernes, 25 de septiembre de 2009

CARTA ABIERTA AL PRESIDENTE DEL GOBIERNO DE ESPAÑA SOBRE EL JUICIO INJUSTO Y EJECUCIÓN DE MI HERMANO XOSÉ HUMBERTO BAENA ALONSO EN 1975

Vigo 25 de septiembre de 2009

Sr. Presidente



Dentro de dos días se cumplen 34 años de la ejecución de mi hermano Xosé Humberto Baena Alonso por el régimen franquista. Espero que en esta ocasión, tras cuatros años escribiéndole sobre el asesinato de mi hermano por parte del Estado para pedirle su ayuda para reparar esta injusticia, tenga a bien al menos contestarme a las dos peticiones, que le llevo haciendo desde 2006, una solución para el caso de mi hermano y la eliminación total de la pena de muerte en la Constitución española.

La primera de mis peticiones se refiere a una solución política y jurídica al caso de mi hermano, porque hemos agotado los recursos judiciales en España y en Europa. La Ley 52/2007, de 26 de diciembre, por la que se reconocen y amplían derechos y se establecen medidas en favor de quienes padecieron persecución o violencia durante la guerra civil y la dictadura, conocida como Ley de “Memoria Histórica”, nos dejó en la más absoluta incertidumbre. He agotado los recursos judiciales en España y en Europa y esta Ley no nos ofreció una salida para limpiar el nombre de mi hermano. Como sabe, la Ley 52/2007 permite recurrir ante el Tribunal Supremo las sentencias "ilegítimas" de una serie de tribunales, pero a quienes, como yo, ya hemos hecho ese recorrido y hemos recurrido sin éxito ante el Supremo y el Constitucional, no nos da una solución, nos olvida. Somos un caso único entre las víctimas de los juicios injustos del Franquismo, que seguimos luchando para conseguir Verdad, Justicia y Reparación.

Solucionar esta injusticia es muy sencillo para Usted. Con la voluntad política suficiente puede promover la aprobación en el Parlamento español, una Ley que declare la nulidad de los juicios injustos celebrados durante la Guerra Civil y el Franquismo, tal como hizo Alemania hace unos años con los juicios injustos del nazismo. Sería la mejor forma de evitar el calvario que hemos tenido que sufrir en mi familia a las decenas de familias que han pasado por la Sala de lo Militar del Tribunal Supremo pidiendo la revisión de condenas de muerte dictadas en juicios sumarísimos después de la Guerra Civil. Lamentablemente, como sabe, desde 2000, en todos ellos y de manera sistemática el Ministerio Fiscal se ha opuesto a la revisión de los mismos. Yo le pregunto, una vez más, Sr. Presidente, ¿por qué no hace como Alemania y anula los juicios injustos del Franquismo mediante una Ley?

Le pido su ayuda para conseguir la anulación del injusto Consejo de Guerra sumarísimo al que fue sometido mi hermano en 1975, ejecutado el 27 de septiembre de dicho año. Como ya le expliqué en mis anteriores cartas, mi hermano fue ejecutado tras una farsa de juicio donde se vulneraron todas las leyes y no se consintió que se aportara ninguna prueba, ni de balística ni de testigos presenciales (que los había). Este domingo un grupo de amigos y familiares, así como asociaciones de derechos humanos y de recuperación de la memoria histórica le haremos, como todos los años, un pequeño homenaje en el cementerio de Pereiró en Vigo, donde está enterrado. Como puede suponer, se trata de un día muy especial para mí, donde una vez más aflorarán numerosos recuerdos y heridas sin cerrar. Por eso le escribo, porque, en su mano, como máximo responsable del gobierno de España, está el contribuir de manera decisiva a que mi familia pueda cerrar definitivamente esa herida y mirar hacia el futuro.

En unas semanas podré enviarle una copia de la película documental “Septiembre del 75”, que se estrenará próximamente, que demuestra la inocencia de mi hermano del delito del que se le acusó. Este trabajo, dirigido por Adolfo Dufour y producido por la empresa Pantalla Partida, es fruto de una profunda investigación de más de un año que saca a la luz todas las irregularidades cometidas en el caso. Le ruego que dedique un rato de su tiempo a este caso y la vea cuando la reciba. Permítame, Sr. Presidente, contarle algunas cosas de mi hermano. Al terminar el bachillerato en el Instituto Santa Irene de Vigo, quiso estudiar en la Universidad de Santiago Filosofía y Letras. Como tenía unas notas fabulosas le dieron una beca y para allí se fue. En una sentada estudiantil lo detuvieron y no le permitieron presentarse a los exámenes, perdiendo así un año de estudios. Se celebró el juicio y fue absuelto. Pasados ya unos años y de vuelta del Servicio Militar, se presentó a las pruebas para entrar en una empresa (Citroën), pasándolas con éxito. Sin embargo, le pidieron el certificado de penales y la policía se lo denegó hasta que hubieran pasado cinco años del juicio en el que había sido absuelto.

Por fin logra colocarse como simple peón de fundición y unos meses después pasó a desempeñar en otra empresa un puesto técnico. Llegó el 1 de Mayo de 1975. Un grupo de muchachos se manifestaba en la Travesía de Vigo y un guardia civil de paisano sacó una pistola y disparó a un empleado de FENOSA que estaba trabajando como vigilante. Entre varios trabajadores se hizo una colecta para una corona de flores y una esquela que se publicó en el periódico “Faro de Vigo”. Mi hermano figuraba en esa relación. Aquí empezó la tragedia.Unos días después se presentó la policía en casa para hacer un registro con resultados negativos. El despliegue de fuerzas fue tal que todo el barrio se enteró y alertaron a mi hermano cuando venía para casa. Por temor a los métodos que empleaba entonces la policía para hacer confesar delitos no cometidos decidió escapar a Madrid. Dos meses después nos enteramos por televisión de que se le acusaba de la muerte de un policía, crimen que no pudo haber cometido porque no estaba en el lugar del asesinato ese día. Él no supo de qué se le acusaba hasta cinco días después de ser detenido y torturado. El día del juicio fuimos mi padre y yo a Madrid pero al llegar a “El Goloso” (Hoyo de Manzanares) no nos permitieron la entrada. Esperamos hasta las cinco de la tarde, hora en la que el abogado nos dice que hay cinco condenados a muerte.Los dos meses siguientes lo vimos sólo los sábados durante quince minutos, después de pasar toda la noche en tren, y siempre entre rejas y un cristal con un guardia separándonos. El 26 de septiembre (viernes) mi padre iba a marcharse en tren con mi hermano Fernando, pero a las 8:30 de la tarde una llamada del abogado nos decía que teníamos que estar en Madrid antes de las 7 si queríamos ver por última vez con vida a Piter, que era como le llamábamos a mi hermano en la familia. Tomaron un taxi y llegaron a las 6:30. Hablaron media hora con él y se reafirmó en que era inocente, que lo habían hecho firmar no sabía qué. Se cumplió la sentencia. Esperamos ocho días para traerlo a Vigo para evitar que hubiese más detenidos y, cuando lo trajimos, nos lo secuestraron en Porriño y a las ocho de la mañana abrieron el cementerio para enterrarlo a él solo. Mi padre y mi madrina fueron los únicos que, por casualidad, estuvieron presentes, ya que se encontraron en la carretera con un coche fúnebre de Madrid escoltado por la policía y comprendieron que era él.

A partir de ese momento empezó una lucha desesperada por demostrar la injusticia. Primero mi padre, después mi madre y ahora yo aunque siempre se nos cerraron todas las puertas. No dudo que tiene que ser difícil y complicado abordar este asunto, pero le pido que corrija esta injusticia. El Estado privó a ciertas víctimas como mi hermano y yo de recursos efectivos contra graves abusos durante años y ahora eso puede corregirse.

Presentamos un recurso sobre el caso de mi hermano ante el Supremo y posteriormente el Tribunal Constitucional y se lo rechazaron, porque en 1975 no estaba en vigor la actual Constitución. Después recurrimos al Tribunal Europeo de Derechos Humanos de Estrasburgo y su contestación fue que no podían hacer nada porque España en 1975 no había firmado la Convención Europea de Derechos Humanos. ¡Cómo si para disfrutar de los derechos humanos éstos tuvieran que firmarse! Al cerrárseme todas las puertas para revisar y anular el juicio de mi hermano, tendremos que recurrir al Comité de Derechos Humanos de la ONU, al amparo del Protocolo Opcional del Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos. Pero todo sería más rápido (y hasta este recurso sería innecesario) si el gobierno que Vd, preside tuviera la voluntad política suficiente para aprobar, como hizo Alemania hace unos años con los juicios injustos del nazismo, una Ley que declare la nulidad de los juicios injustos celebrados durante la Guerra Civil y el Franquismo.

Como sabe, seguí de cerca la elaboración de la Ley de Memoria Histórica desde la misma creación de la Comisión Interministerial encargada de ello en septiembre de 2004. Le escribí a Vd., a la Vicepresidenta 1ª, al Ministro de Justicia y a todos los grupos parlamentarios sobre este asunto en diversas ocasiones a lo largo de estos últimos cuatro años. Mantuve también reuniones con diputadas del PSOE y del BNG para recabar su apoyo en este tema. Previamente, en noviembre de 2005, el Ayuntamiento de Vigo aprobó una moción, con los votos favorables del PP, PSOE y BNG, que pedía la anulación de las sentencias de las personas ejecutadas en el Franquismo. La entonces Alcaldesa de Vigo se dirigió a Vd. por escrito en este sentido. Aunque Ley 52/2007 tiene aspectos positivos, no garantiza el derecho a la Verdad, la Justicia y la Reparación, pilares básicos del derecho internacional en lo que afecta a víctimas de graves violaciones de derechos humanos, como es el caso de mi hermano, torturado, acusado de un delito que no cometió, juzgado en un proceso injusto a todas luces y finalmente ejecutado.

La Ley 52/2007 reconoce a través de una fórmula ambigua, como es la declaración de “ilegitimidad” de determinados tribunales y de las condenas y sanciones dictadas por motivos ideológicos, políticos o de creencia religiosa, algo que según el derecho internacional no tiene valor jurídico. Y renuncia a la oportunidad de garantizar un recurso idóneo y eficaz para la obtención de la nulidad de esas sentencias. No garantiza el derecho de las víctimas a obtener justicia individualizada y material. La eficacia de esa declaración de “ilegitimidad” deberá solventarse en los tribunales y en cualquier caso deja en la incertidumbre a quienes, como yo, ya hemos intentado la nulidad de condenas a muerte con los recursos disponibles hasta ahora y con resultado adverso. Además, esa declaración de ilegitimidad es insuficiente, porque yo no necesito un “certificado de víctima” de mi hermano, sin efecto jurídico alguno. Eso no me sirve para nada, lo que yo quiero es que se limpie el nombre de mi hermano. Las normas internacionales de derechos humanos me dan derecho a una reparación integral, que incluya los elementos de Restitución, Indemnización, Rehabilitación, Garantías de No Repetición y Satisfacción, incluida una declaración oficial o judicial que restablezca la reputación, dignidad y derechos de mi hermano, así como una disculpa pública que incluya el reconocimiento de los hechos y la aceptación de responsabilidades. Así lo establece la Resolución 2005/35 de la Comisión de Derechos Humanos de la ONU.

En mi caso particular no deseo una indemnización económica, lo único que busco es que se anule el juicio de mi hermano y se limpie su nombre. Otras víctimas y familias pensarán de modo diferente y tienen derecho a reclamar indemnizaciones, pero a mí me mueve únicamente el afán de justicia y limpiar el nombre de mi hermano, acusado de un delito que no cometió, torturado y condenado en un juicio injusto tras el que fue asesinado por el Estado. Sr. Presidente, llevo más de tres décadas esperando una disculpa oficial del Estado. ¿Hasta cuándo debo esperar? Ni una sola palabra de ánimo, ni de comprensión, ni una disculpa…Mi situación es única. Según la Ley Orgánica del Poder Judicial, sólo puedo presentar un nuevo recurso en el Supremo si aporto nuevas pruebas, lo cual no es el caso. He agotado todas las vías e instancias judiciales en España y Europa y, aunque está la posibilidad de recurrir ante la ONU, que no descarto ¿qué solución me da para el caso de mi hermano? La Ley 52/2007 me deja en una situación de incertidumbre absoluta.

Para hacer justicia con las víctimas de los juicios injustos del franquismo, Usted tiene dos opciones, no excluyentes: La primera posibilidad es crear una Comisión de la Verdad como en otros países, que catalogue las violaciones y abusos cometidos contra los derechos humanos según el derecho internacional, de forma que la Fiscalía General del Estado revise y anule, en su caso, y de oficio, los juicios injustos. La segunda opción es anular los juicios injustos mediante una ley específica, tal como hizo Alemania en 2005 con los juicios nazis. Sea valiente, Sr. Zapatero, y hágalo por una cuestión de principios. En muchas ocasiones le he oído decir que su gobierno defiende los derechos humanos. Pues bien, ahora tiene una ocasión excelente para demostrarlo y traducir en hechos concretos esas palabras y su creencia en unos principios basados en el respeto a los derechos humanos.

Reclamo que finalmente, después de más de tres décadas años de democracia, el gobierno reconozca el derecho de familiares y víctimas directas de violaciones de derechos humanos cometidas durante la Guerra Civil y del régimen franquista, como es mi caso, a saber la verdad sobre sus seres queridos y a obtener justicia y reparación. Estoy plenamente convencida de que este reconocimiento no debe ser considerado un acto de gracia sino un derecho basado en las normas internacionales de derechos humanos. Numerosos medios de comunicación locales, regionales y nacionales se hicieron eco de mi petición en los últimos años.

Ya es tarde para muchas víctimas y familiares, como mis padres, que fallecieron sin poder ver como se limpiaba el nombre de su hijo, pero no para todas. Haga justicia, Sr. Presidente. No me defraude un año más, Sr. Zapatero, y no desaproveche la ocasión de oro que tiene de reparar tamaña injusticia. Yo le voté en las elecciones de 2004, creí en Vd. y pensé que iba a ayudarme a cerrar la herida abierta en mi familia con este tema, que nos persigue desde hace más de tres décadas.

Por último, quiero acabar mi carta con una segunda petición concreta. Soy consciente de su compromiso contra la pena capital y me congratulo por ello. Como hermana de una víctima de la pena de muerte, pocas personas en España saben tan bien como yo todo el horror, el dolor y la tristeza que conlleva la pena de muerte. Por ello acogí con enorme satisfacción la iniciativa que anunció en 2008 para impulsar una suspensión de las ejecuciones en todo el mundo como paso previo para su abolición universal. En consonancia con ello, le pido que impulse la prohibición expresa de la pena de muerte en una futura reforma de la Constitución española, tal como le ha pedido Amnistía Internacional en varias ocasiones. Confío en que la sociedad española respalda abrumadoramente este cambio. Hablo con la autoridad moral que me da el ser familiar directa de una víctima de la pena de muerte, y sé que no sirve absolutamente para nada, que la pena capital es un despropósito. Como sabe, más de 40 constituciones en el mundo prohíben expresamente la pena de muerte. En 1995 se derogó del Código Penal Militar español la posibilidad de aplicarla en tiempos de guerra, pero la Constitución española sigue haciendo una mención expresa a la pena de muerte en el artículo 15, que dice“(...) Queda abolida la pena de muerte, salvo lo que puedan disponer las leyes penales militares para tiempos de guerra”. Le pido, Sr. Presidente, que elimine esta mención de la Constitución española, que debería incorporar una prohibición expresa del uso de la pena de muerte, como ya hizo por ejemplo Francia en febrero de 2007.

Si lo desea y su apretada agenda se lo permite, tendré mucho gusto en mantener una entrevista personal con Vd. sobre este tema o con miembros de su gabinete o cualquiera de sus asesores. Le agradeceré me conteste a las dos demandas planteadas en esta carta.

Atentamente,

Fdo. Mª Flor Baena Alonso

Cc: Dª María Teresa Fdez. de la Vega, Vicepresidenta del Gobierno

D. Francisco Caamaño Domínguez, Ministro de Justicia.

D. Cándido Conde-Pumpido Tourón, Fiscal General del Estado



¡NI OLVIDO NI PERDÓN, VERDAD, JUSTICIA Y REPARACIÓN!

miércoles, 24 de septiembre de 2008

"PAPÁ, MAMÁ: ME EJECUTARÁN MAÑANA. QUIERO DAROS ÁNIMOS"


Público.es
Javier Coria 11/10/2013

El último fusilado gallego del franquismo fue Xosé Humberto Baena Alonso, obrero metalúrgico, de 24 años de edad, militante del PCE (m-l) y del FRAP. Al cumplirse el 38 aniversario del hecho hablamos con su hermana, María Flora Baena 




Foto familiar del 15 de agosto de 1965.-

El último fusilado gallego del franquismo fue Xosé Humberto Baena Alonso, obrero metalúrgico, de 24 años de edad, militante del PCE (m-l) y del FRAP. Al cumplirse el 38 aniversario del hecho hablamos con su hermana, María Flora Baena.

El 27 de septiembre de 1975, un Consejo de Guerra solicitó cuatro penas de muerte por atentados contra miembros de la policía franquista. De las cuatro penas de muerte se dictaron tres, para Manuel Blanco Chivite, Vladimiro Fernández Tovar y Xosé Humberto Baena, cumpliéndose esta última y conmutadas las otras por 30 años de prisión. A los pocos días se sucedieron otros Consejos de Guerra, donde se llegaron a pedir 11 penas de muerte más. El 27 de septiembre, junto a Xosé Baena, también fueron fusilados -reusaron el garrote vil- sus compañeros de partido José Luis Sánchez Bravo y Ramón García Sanz, y los militantes de ETA político-militar Ángel Otaegui y Juan Paredes Manot (Txiki).

La acusación contra su hermano fue por la muerte del policía Lucio Rodríguez. ¿Qué les contó Xosé sobre esto?

Mi hermano siempre dijo que él no tenía nada que ver con el delito del que se le acusaba, no conocía de nada a este señor y, además, no supo de lo que lo acusaban hasta 15 días después de estar detenido.

"Naturalmente que fue un asesinato de Estado"

En el Consejo de Guerra Sumarísimo no se presentó ni una sola prueba material -ni de balística, ni de huellas- ni testigo alguno y, en cambió, se desestimaron 124 pruebas de la defensa. El juez instructor, el coronel Mariano Martín Benavides, tardó 20 minutos en rechazar las pruebas, en un juicio que duró en total 3 horas, y eso que se pedían cuatro condenas de muerte. Sin garantías procesales de ninguna clase... ¿Podemos hablar de un asesinato de Estado?

Naturalmente que fue un asesinato de Estado.

Se puede decir que la acusación ya tenía el veredicto señalado por el poder político, y los papeles repartidos para cada uno de los acusados. Se dio el caso que algunos de los imputados en el posterior Consejo de Guerra se les llegó a acusar de atentados que ocurrieron mientras ellos estaban en prisión, pero sigamos...
Su familia, especialmente sus padres mientras vivieron, llevan un largo proceso por la reparación moral y por la anulación del Consejo de Guerra que condenó a su hermano y sus compañeros. ¿Cómo está la situación de esta demanda?

"Mi padre intentó reabrir el caso, pero cuando vieron de qué trababa no le admitieron la documentación"

Primero mi padre intentó en 1977 reabrir el caso, pero en cuanto vieron de lo que se trataba no le admitieron la documentación.

En 2002, llevamos el caso ante el Tribunal Constitucional, que nos respondió que en 1975 aun no existía la Constitución, por lo que quedaba fuera de sus atribuciones.

¡Qué bonito!, como no existía la democracia, no defendemos a los que dieron la vida por ella.

Eso parece. Luego, lo llevamos al Tribunal de los Derechos Humanos de la Haya y su respuesta fue que en 1975, España no había firmado el tratado de DD. HH. y, por lo tanto, también quedaba fuera de sus atribuciones (como si los derechos humanos hubiese que firmarlos para que sean aplicables).
Sobre el año 2010, recurrimos a la ONU y su contestación fue que, como el caso había sido revisado por el Tribunal de DD. HH., quedaba excluida la revisión por su parte.
Ahora, tenemos el sumario en Argentina con la jueza Servini, junto con otros cientos de afectados por la dictadura franquista. En este momento hay 9 imputados, 4 de los cuales están en busca y captura por la Interpol (aunque uno de ellos ya ha fallecido). España pone numerosos impedimentos, entre ellos, la Ley de Amnistía de 1977. Entre los imputados está Fernando Suárez, ayudante del Fiscal en el Consejo de Guerra contra mi hermano. Otro de ellos es el suegro de Ruíz-Gallardón, el ex ministro franquista José Utrera Molina. Como podrás ver, muy difícil que se haga justicia en este caso, siendo su yerno el Ministro de Justicia.

Hace unos días, como me comentaba, la juez argentina María Servini dictó orden de detención contra cuatro torturadores del franquismo. ¿Cómo recibió la noticia?

Con mucha alegría y esperanza.

Son ya 38 años desde aquella noche tan larga, desde aquella pólvora de la mañana... parafraseando al cantante Eduardo Aute. ¿Tiene esperanzas de que alguna vez se haga justicia con las víctimas del franquismo?

La esperanza es lo último que se pierde, pero siendo realista veo difícil que la justicia llegue a tiempo.

Que le dice a los que abogan por no abrir viejas heridas, y que la Ley de Amnistía lo zanjó todo.

Les diría, en primer lugar, que esas personas que piensan así seguro que no tienen ningún familiar desaparecido en una fosa o en una cuneta o que fuese, como mi hermano, injustamente asesinado.
En segundo lugar, las heridas, para que curen, hay que limpiarlas y curarlas desde dentro. No se pueden cerrar en falso, pues ese dolor queda ahí y a la mínima se reabren.




¿Cuál es el último recuerdo o imagen que tiene de su hermano?

Recuerdos tengo miles de ellos, pero el último es verlo tras las rejas, esposado, con la mirada triste, tratando de guardar la compostura delante de mi padre y de mi y, al mismo tiempo, dándonos ánimos. 

Si quiere añadir algo más...

Podría decir muchas cosas, pero lo más importante es esperar y confiar en que, por fin, le devuelvan su honor y reconozcan públicamente que lo que hicieron con él fue un asesinato.
También recordar y agradecer a todos sus amigos que en el día del aniversario durante estos 38 años, sin fallar un solo día, lo recuerdan haciéndole un homenaje en el cementerio de Pereiró delante de su tumba. 
A usted también le agradezco que se acuerde de él.

En la última carta de Xosé Baena a sus padres escribió:
"Papá, mamá: Me ejecutaran mañana. Quiero daros ánimos. Pensad que yo muero, pero que la vida sigue. Recuerdo que en tu última visita, papá, me habías dicho que fuese valiente, como un buen gallego. Lo he sido, te lo aseguro. Cuando me fusilen mañana pediré que no me tapen los ojos, para ver la muerte de frente."